domingo, 3 de enero de 2010

La libertad no existe

Existen demasiadas definiciones en torno al concepto de libertad, como para poder abocarnos a la presentación y fundamentación de cada una de ellas, ni siquiera, las efectuadas por los más importantes pensadores, en el devenir de las diferentes épocas de la historia de la humanidad.

Por ello, para sostener nuestra tajante afirmación de que, la libertad absoluta, como estado natural del hombre, nunca existió y que la libertad civil tampoco existe, hemos escogido una definición de la libertad, pero no para que ella coincida con la realidad, sino que hemos resuelto utilizar aquí, una definición del término libertad, que goza de una aceptación mayoritaria y, ella es la que refiere a la libertad, como, el ejercicio de los actos individuales con independencia de las influencias externas, es decir, la posesión de la facultad de disponer de la capacidad de autodeterminación. Y, contrastamos tal posibilidad, con la realidad.

Entendemos, totalmente errónea, la posición de aquellos pensadores que han sostenido que el concepto de libertad surgió en oposición al estado de esclavitud, puesto que ello, muy claramente, ha sido lo contrario. Esa es al menos nuestra conclusión. ¿Por qué?

Porque el concepto de esclavitud, surgió de la necesidad de ser jurídicamente explicitado con la finalidad expresa de especificar los derechos que perdía y las obligaciones a las que quedaba obligado para con su amo, quien ingresaba al estado de esclavitud, estableciendo así la diferencia entre el anterior estado de libertad y el posterior estado de esclavitud, es decir, entre quien dejaba de ser un hombre libre y quien quedaba reducido a la situación de esclavo.

No es pues que el hombre haya pasado a ser libre cuando logró liberarse de una situación de esclavitud, sino que, quien era forzado a ingresar al estado de esclavitud perdía los atributos, facultades y derechos propios del ser libre.

Definición de esclavo: Dícese del que por estar bajo el dominio de otro, carece de libertad.

Los siervos no existieron, tampoco, con anterioridad a los amos feudales, sino que éstos aparecieron, cuando en determinado contexto histórico, hubo algunos hombres que, a través de la astucia, el engaño o la violencia, convirtieron a otros seres humanos en sus siervos, precisamente como consecuencia de que, a inicios de la Edad Media, el derrumbamiento del clásico orden jurídico romano había aparejado el surgimiento de un nuevo orden jurídico afín al dominio impuesto por los pueblos germanos invasores y al nuevo sistema de producción surgido como consecuencia de la caída del imperio romano, lo que aparejó, entre otras cosas, la desaparición de la esclavitud.

El hombre oprimido aparece sobre la tierra solamente después de que otro ser humano se erigió en opresor de su hermano.

Así, pues, que, la libertad no es naturalmente la negación de la esclavitud, sino que, la esclavitud implica naturalmente la negación de una libertad previamente existente.

El hombre que ha nacido, crecido y vivido en esclavitud, jamás tendrá conciencia de lo que es la libertad, a no ser que sea puesto en convivencia con hombres que, por ser libres, estén capacitados para informarle adecuadamente sobre ella.

Ahora bien, aquí nos encontramos con otro problema, no sólo cada sociedad, sino que, incluso cada hombre, parece poseer su propio particular concepto de libertad y, además, desea ejercitarlo con relación a determinadas actitudes y para el logro de determinados fines.

Por lo tanto, nos parece conveniente que el concepto de la libertad humana lo formulemos en relación con otros temas determinados, para poder después arribar a una conclusión o juicio general

En cierta medida nuestro razonamiento personal se acerca al que predominó en la Grecia Antigua, ya que pretendemos analizar la libertad del hombre, no desde una abstracción pura, sino en su relacionamiento con la Naturaleza, con la comunidad y, con su propio yo.

En ese sentido vemos, cómo el seer humano nace sometido a determinadas leyes naturales, consideramos cómo los primeros hombres enfrentaron los duros condicionamientos que les imponían el clima y la geografía, cómo se organizaron para subsistir exitosamente frente a la lucha que le plantearon otros homínidos, cómo debieron elaborar normas que posibilitaran una convivencia pacífica, y, finalmente, cómo el ser humano, aún en estos tiempos, debe continuar luchando contra aquellos instintos irracionales que aún laten con fuerza bajo el fresco barniz impuesto por la civilización postmodernista.

La verdad es que, toda nuestra vida actual está, si no totalmente condicionada, al menos sí está presionada y/o influenciada no sólo por nuestra capacidad física e intelectual, sino, también, por el clima y la geografía del lugar donde vivimos, por la realidad material y espiritual del hogar de nuestros padres, por el entorno económico, social y cultural del barrio de la gran ciudad o del pueblito donde se desarrolla nuestra existencia, por la educación implícita y explícita que recibimos desde el momento en que nacemos hasta en el que morimos, por los hábitos y valores del círculo de nuestras amistades, por lo que absorbemos en el desempeño de las tareas laborales, por los lazos derivados de nuestras vinculaciones afectivas con otros seres humanos, por las fuerzas de nuestros instintos animales que se agitan en nuestro interior y chocan con el pensamiento racionalmente elaborado.

Todo ello, aparte de la fuerza de las leyes y/o normas que rigen en aquella sociedad civil donde concretamos nuestro ciclo vital social, del peso que nos impone la opinión pública, y de la influencia ejercida, seamos conscientes o no de ello, por toda la variedad de mensajes (explícitos e implícitos) que recibimos a través de los grandes medios de difusión masiva.

Todos esos factores externos al yo individual, actúan sobre él y lo convierten en un yo social.

Desde que el ser humano percibió que alguno o varios de dichos factores le dificultaban su autodeterminación personal, el hombre comenzó a luchar por alcanzar la libertad humana, o, una libertad mayor, al menos.

Resumiendo, la libertad humana existe dentro de determinado marco natural, encuadrada dentro de una cultura específica y de cierto ordenamiento jurídico específico.

La libertad, concebida como la posibilidad de poder satisfacer plenamente los apetitos surgidos del desarrollo de los procesos mentales primarios del ello (uno de los componentes de la personalidad humana) choca, inexorablemente, tanto con las leyes de la Naturaleza, como con las leyes y los convencionalismos de la sociedad en que el ser humano desarrolla su existencia.

En síntesis, la libertad humano en que aceptamos convivir, es una libertad

acotada.

La libertad individual absoluta es un imposible, aún viviendo al margen de la sociedad.

Inocencio de los llanos de Rochsaltam.

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