LÍRICA IV.

¡A MI VIEJO!
¿VIEJO?
¡Nunca vi viejo,
a mi Viejo!
De quebracho era su cuerpo,
su corazón una fragua
avivada por pamperos
donde la integridad se templaba
forjando pensares férreos
bajo una vida acrisolada.
¡Nunca vi viejo,
a mi Viejo!
Su alma de blanco ceibo,
hacia el azul, firme rumbeaba
buscando sereno aposento
para su vida cristiana.
¡Nunca vi viejo,
a mi Viejo!
Sus ojos eran cielos
luminosos, que alumbraban
claro, despejados de miedos;
de frente, acariciaban
demostrando sus afectos
y, entornados, picardeaban
de sano humor campero
en sus bromas campechanas.
¡Nunca vi viejo,
a mi Viejo!
Generosas en el esfuerzo,
sus nudosas manos francas
sustento al prójimo también dieron
y, ásperas de trabajo, tiernamente mimaban
a su esposa, sus hijos y nietos;
descansando bajo la parra,
mateábamos en silencio
o éramos oidores de ingeniosas palabras
conque adornaba sus cuentos,
salpicados de enseñanzas.
¡Nunca vi viejo,
a mi Viejo!
Mas, la pérdida de su amada
le rodeó de oscuro viento
y, otra trampa de la pérfida parca
nos robó a nuestro viejo
a pocos días de habernos arrebatado la mama.
¡Nunca vi viejo,
a mi Viejo!
Sólo al ver tan enteramente yerto
a alguien tan vivamente entero
desperté de mi visión ideal:
¿cómo iba a ser siempre joven mi viejo,
sino no era un dios inmortal!
Así fue como debí enfrentar
aquella cruel horfandad.
Es que,torpe de mí,
¡Tarde había comprendido,
cuán viejo era ya, mi Viejo!
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